Ruta en coche por la costa de Barcelona

La playa en una gran ciudad es un regalo divino. Hacer un paréntesis de sol, arena y mar frente al tráfico, el bullicio y el asfalto es una sensación que no se puede describir con palabras. Barcelona tiene esa suerte. Una poderosa urbe que posee la inmensa fortuna de estar mirando continuamente al Mediterráneo. 

De sobra conocida es su playa de la Barceloneta, pero no hay que conformarse con ella. Con un vehículo, una sombrilla y unas toallas, el visitante puede descubrir un amplio abanico de calas y arenales formidables en la costa de Barcelona. Una ruta en coche en la que no será necesario recorrer demasiados kilómetros para gozar de la esencia mediterránea. Para sentir la costa desde el primer momento un consejo es alojarse en un hotel en Castelldefels. Esta localidad se encuentra a poco más de 30 kilómetros de la Ciudad Condal y está enclavada en un sorprendente entorno natural junto al delta del Llobregat. Además, su playa posee cinco kilómetros de longitud y está equipada con todo tipo de servicios como, por ejemplo, wifi gratuito. Un arenal ideal para pasear, relajarse y practicar deportes acuáticos. El hotel ibis Barcelona Castelldefels, enclavado junto a un activo centro comercial, es un alojamiento moderno y barato que puede servir como punto de partida para esta ruta en coche por la costa de Barcelona.
Calas y playas sorprendentes a las puertas de Barcelona
Además de la de Castelldefels, los amantes de playas interminables dotadas de toda clase de servicios y cercanas al casco urbano tienen una opción seductora en El Masnou. La playa de Ocata destaca por su anchura y calidad. Es ideal para ir en familia y pasar todo el día en ella gracias a la amplia oferta de chiringuitos y restaurantes que hay a su alrededor. Cuenta además con un tramo nudista y es uno de los grandes arenales del Maresme.

Sin abandonar ese concepto de playa urbana con buenas condiciones, la siguiente parada en esta ruta en coche por la costa de Barcelona es en Sitges. La playa de San Sebastián conforma un escenario de postal donde la arena y el mar contrastan con la bella silueta de la localidad. Aunque suele estar bastante concurrida en los meses de verano, siempre es posible encontrar un hueco para gozar de sus aguas templadas y limpias, que además no tienen demasiada profundidad.

En Castelldefels, El Masnou y Sitges tenemos un planteamiento muy similar, más familiar y cómodo junto al casco urbano. Pero a cualquiera le apetece de vez en cuando alejarse de la civilización y adentrarse en rincones más recónditos en busca de paz y sosiego, en la costa de Barcelona eso es posible. Un ejemplo es Cala Morisca en Sitges, destaca por la limpieza de las aguas y el buen ambiente que se respira, suele ser frecuentada por personas que practican el nudismo y alberga un chiringuito en el que reponer fuerzas con unas vistas de excepción.

Otra sugerencia con más personalidad en este itinerario, en este caso una playa muy auténtica ubicada junto a una hilera de pequeñas casas verdes y blancas que en su día fueron usadas por pescadores. Hablamos de Les Casetes del Garraf, un arenal de casi 400 metros con numerosos servicios, un lugar con mucho encanto a poco más de media hora de Barcelona y a menos de quince minutos de Castelldefels.

El Pla de Montgat, el Pont de Petroli y la playa de Morer en Sant Pol de Mar son otras tres opciones para comprobar que la costa de Barcelona tiene pequeños tesoros que ofrecer al visitante para sumergirse en el Mediterráneo.
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