Puede resultar un tópico, pero un viaje de un fin de semana en Granada, de diez días o de cinco debe tener como momento álgido la visita a la Alhambra. Para evitar sorpresas de última hora un consejo básico es obtener las entradas con antelación. Sería catastrófico llegar a las puertas de la ciudad andalusí y comprobar que están agotadas. Otro aspecto a tener en cuenta es que a la Alhambra hay que dedicarle como mínimo una mañana entera o, lo que es lo mismo, más del 25% del fin de semana en Granada. Es imprescindible recorrer con sosiego la Alcazaba, los palacios nazaríes donde se encuentra el Patio de los Leones, las habitaciones del Emperador, el palacio de Carlos V y, por supuesto, el Generalife con sus cautivadores jardines.
Para la tarde se puede dejar un paseo más reposado por el centro de Granada. Hay que incidir en lo de reposado porque la visita a la Alhambra es exigente y más si se trata de un día con un sol de justicia y unas temperaturas elevadas. En ese recorrido más pausado debería hacerse parada en la Catedral, lugar donde se encuentran las tumbas de los Reyes Católicos.
Si quedan fuerzas y ganas de estirar el día, una visita al atardecer a los miradores de San Cristóbal y San Nicolás le pondrá sin duda la guinda emotiva y nostálgica a la jornada. Después es obligatorio sumergirse en el arte del tapeo en Granada, en esta ciudad existe una costumbre que sorprende a muchos visitantes que consiste en servir una generosa tapa gratuita cuando se pide una bebida; eso sí, normalmente no se puede elegir, es una lotería aunque es difícil que el comensal no salga encantado. La zona del Ayuntamiento, la del Realejo, La Chana y los alrededores de la plaza de toros, son algunas de las áreas donde se concentran los mejores bares de tapas.
Al día siguiente hay que dedicarle un papel protagonista a dos barrios que forjan la personalidad de Granada. El Albaicín, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco destaca por su arquitectura tradicional y por guardar unas excelentes vistas de la Alhambra. Por su parte, el Sacromonte es el conocido barrio de las cuevas, muchas de las cuales se muestran al turista como tablaos flamencos con espectáculos diarios.
Quedan muchos rincones de Granada en el tintero, pero algo que no puede faltar es recorrer tanto de día como de noche el paseo de los Tristes. Recibió este nombre porque por esta calle transitaban los cortejos fúnebres rumbo al cementerio de San José, anteriormente llamado de las Barreras. Era en este lugar donde se vivían las escenas más dolorosas, ya que gran parte del cortejo despedía allí a los difuntos. Actualmente es una calle con mucho encanto donde, en lugar de tristeza, se respira sosiego, paz, recogimiento y, sobre todo, la esperanza de poder regresar a Granada.