Qué ver, qué hacer y qué comer en la ciudad portuguesa de Braga

Cada vez que oyes hablar de Portugal se ponen alerta todos los sentidos. ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo? Es un país al que dan ganas de volver y si aún no lo has visitado vas a entender a qué nos referimos después de conocer más detalles acerca de su tercera ciudad más poblada: Braga. Este enclave a 55 kilómetros de Oporto, otro de esos nombres que siempre aparecen en las guías de viaje, es un rincón que enamora a primera vista y estás a punto de descubrir por qué. 

Guía práctica para una visita a Braga
No será porque te falten estupendas conexiones por tierra y por aire o porque no tengas alojamientos tan prácticos y económicos como el ibis Braga Centro. Si todavía no te has decidido a visitar esta ciudad portuguesa es tal vez porque aún no has oído hablar de sus grandes encantos. En este post hacemos un resumen sólo por algunos de los más destacados. El resto tendrás que descubrirlos en persona.  

Las primeras poblaciones de estas tierras se remontan al Neolítico, así que ya puedes ir echando cuentas sobre la cantidad de historia que recoge este lugar. Su fundación fue cosa de los romanos y de esta etapa se conservan algunos de los vestigios más interesantes, como las Termas do Alto da Cividade, justo frente al Museo Arqueológico, o la Fuente del Ídolo, en la Rúa do Raio.  

También es una ciudad importante desde el punto de vista religioso, como atestigua su elegante catedral, la Sé de Braga, mandada a construir por los Condes de Portucale, progenitores del primer rey del país, Alfonso I. Esa misma devoción religiosa la encontrarás en el Bom Jesus do Monte, un santuario ubicado a las afueras de la ciudad con una iglesia de peregrinaje y unas curiosas escalinatas dedicadas a los cinco sentidos. 

Si te va más lo de callejear, tienes la opción de disfrutar de esta ciudad monumental al aire libre en la Plaça da Republica, punto de encuentro habitual de los locales, donde la silueta de una Torre del Homenaje ubicada tras los soportales te recordará la existencia de un antiguo castillo. Pero si te quedas con ganas de un castillo al completo tendrás que desplazarte a diez minutos de la ciudad hasta el Castelo de Dona Chica. Eso sí, no te esperes una construcción al estilo de los caballeros del Rey Arturo, sino más bien algo parecido a la casa de Eduardo Manostijeras. Merece la pena la visita.  

Cuando te canses de dar vueltas por la ciudad, puedes sentarte un rato a la sombra de los árboles en los Jardines de Santa Bárbara. Es uno de los rincones preferidos por los residentes porque permiten encontrar un momento de paz en mitad del ajetreo del centro de la ciudad.  

Y hablando de actividades típicas que te harán sentir como un auténtico local, no te olvides de pasar por el Café A Brasileira (Largo Barão de São Martinho, 17), uno de los lugares icónicos de la Braga más cool. Es un establecimiento que ahora se podría definir como vintage, aunque esos aires son en realidad el resultado de haberse inaugurado en 1907. Aparte de algún que otro dulce y de la molienda tradicional, la estrella de la carta es el café de puchero, que presume de ser no sólo el mejor de la ciudad sino el de todo Portugal.   

 Y ya metidos en materia gastronómica, una última recomendación para paladear esta ciudad como es debido: que no se te escape un buen plato de bacalao a Braga. Es una delicia culinaria típica que consiste en bacalao guisado sobre una cama de patatas con pimientos, cebollas y aceitunas negras. Regado con una copa de vino verde fresquito, ¡entra solo! 


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